Llevar en el bolsillo una historia pintada, ha sido una constante a lo largo del tiempo. Libros de horas, pequeñas miniaturas al temple o al óleo pintadas sobre tablillas de roble o quizá de álamo, luego estampas, pequeños grabados que durante los viajes ofrecían la sensación de seguridad, que por supuesto no existía al cruzar un bosque en el año 1500...
La miniatura se lleva a todas partes, no ocupa lugar, y llevar un cielo azul hermoso, una escena cotidiana, o al mismísimo Dios en la cruz, era sin duda, un lujo que se popularizó con las estampas grabadas y luego con la impresión mecánica en los talleres.
La estampa y el libro de viaje dibujado a mano, es algo más que un soporte para el dibujo o pintura; toma la forma de talismán protector, y a la vez, se convierte en objeto de culto para el viajero al final de la jornada durante las horas de descanso.
Francis Morell
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Libros de viaje de Francis Morell. |