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EL MONSTRUO EN EL PARAISO

Francis Morell hace regresar los bestiarios medievales en sus tintas. Al igual que en ellos los animales de Morell aparecen de perfil, a veces en construcciones monumentales donde los cuerpos de unos aparecen sobre las distintas partes de los otros, multiplicando el absurdo de aquel organismo dibujado. Es difícil distinguir las figuras de Morell de la imagen de una Venecia en declive (aquella de Thomas Mann), donde es probable perderse tomando un camino equivocado. En eso Morell sigue la tradición de los flamencos que respetaron el amor por el detalle y dominaron como nadie el gusto del ojo por perderse en una tabla. Hablamos por supuesto de Brueghel y de El Bosco, sólo que Morell lo condensa en la figura, la pérdida en el monstrum, la ciudad, los caminos, las múltiples siluetas que seguimos y extraviamos, en un único cuerpo compuesto de fibras que adelgazan para arraigarse al suelo, en un único perfil que evita la mirada penetrante, hipnótica, de quien le otorga la otredad, de quien se encuentra al otro lado.

Fragmento del artículo de Mari Paz Pellín Sánchez, profesora de Filosofía de Enseñanza Secundaria en I.E.S. La Nía de Aspe, publicado en la Revista PARERGA de la Sociedad de Filosofía de la Provincia de Alicante (Nº 2, Elche, 2020).

La portada y contraportada del nº 2 de la revista PARERGA aparece ilustrada con dos obras reproducidas en color de Francis Morell, junto a 15 dibujos de tinta china impresos en igual número de páginas interiores, separando los textos de los diferentes autores.
 


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